Amarse era el mensaje,
amarse sin cansancio.
El roce de los cuerpos en la recámara
proporcionó el aliento necesario.
Ellos se amaban en íntimo contacto
y a través de la radio las noticias escuchaban,
él le recorrió el cuerpo con sus besos
y ella musitó fragmentos de una canción.
Afuera los rumores circulaban,
pero los amantes no debían perder la calma.
Debían amarse y en la mañana
reunir a sus hijos en nombre de Dios.
Corrían tiempos de crisis,
de espera y desolación,
pero una voz armoniosa
entre el caos surgió.
Era la voz que recitaba
estos poemas de amor
y que en medio de la noche
trajo paz e iluminó.
Circulaban vientos negros,
sin embargo el amor floreció;
en la radio, malas noticias,
pero también versos de amor.
Ciudad Guayana, 24 de diciembre de 1991.
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