Nosotros aprendimos
a pensar diferente,
nosotros aprendimos a compartir,
entre las ruinas de un mundo,
entre el dolor de la gente.
Nosotros aprendimos,
llorando entre la nada,
que sólo quienes aman
merecen la victoria.
Nosotros aprendimos
entre balas de fuego,
en la miseria humana,
entre la incertidumbre.
Éramos dos parejas
compartiendo las ruinas,
compartiendo la cama,
compartiendo migajas.
Entre ruinas desoladas
nos seguimos amando,
a pesar de que el mundo
parecía acabarse.
Esos fueron días
de guerra interminable,
sin embargo el amor
aún florecía.
Entre polvo de fuego,
entre un aire candente,
el sentimiento puro
siempre estuvo presente.
Éramos cuatro amigos,
más que amigos, hermanos,
luchando entre las ruinas,
por levantarnos.
Es un himno de fuerza,
es un himno de gloria,
porque sólo el amor
alcanzó la victoria.
Por la fuerza interior
no nos desmoronamos,
el sentimiento grande
nos mantuvo en lo alto.
Éramos dos parejas
compartiendo la cama,
compartiendo las ruinas,
compartiendo la migajas.
Pero sobrevivimos...
Sobrevivimos porque el amor
es la fuerza del alma,
el sentimiento de Dios,
el poder que salva.
¿Qué podrá comparársele?
Cayeron los dioses de la materia,
cayeron las estatuas de los monarcas,
pero siempre vivirá el amor,
el poder que salva.
Nosotros sobrevivimos
y aprendimos a amar
y a compartir
y a decir la verdad...
Creímos en el amor,
cuyo imperio no pasa
ni se olvidará.
Ciudad Guayana, 09 de septiembre de 1991.
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